MI VIENTRE BARÍTONO

 señor

la jaula se ha vuelto pájaro

qué haré con el miedo


Alejandra Pizarnik

I

en virtud de nuestro profuso amor

se vencerán hasta las aguas más profundas


se nacerá tantas veces sean necesarias

se volverá dragón y espada 


el fondo azul del mar tiene forma de párpados callados

sereno este viento-vientre-venenoso


laureles para quienes lleguen a casa en sus vueltas de la guerra última

laureles para quienes canten de la tierra húmeda, del fuego de aquél, de la herida de aquélla


laureles para quienes desde ahí, donde no llega la luz más que de los nadantes-luminosos


larga vida a las creaturas de las tinieblas,

larga vida a los laureados


II

hay un canto que posa en estas manos 

se mueve de aquí hacia allá 

como una serpiente de cascabel


de un relámpago se llevó toda la ternura de este mundo


hay un canto triste en el aire

es un suplicio de los magos del desierto del sahara


no hay velorio más doloroso que el final de un libro para infantes


III

los jueves de análisis 

los viernes de memorias

los días y las noches entre neurosis se suceden

la vida se sucede (nos sucede)


y la potencia infinita surge de nuestro espíritu

se expande hacia las cosas comunes

sobre los nombres propios


los sábados de metafísica

los domingos entre los dioses


nací ángelado entre gritos 

y ocupé el cosmos enteramente con mi voz


IV

no creo en inocencias, lo azaroso es pura excusa, es un evadirse constantemente

a mi consciencia, a mi sangre azulada, a mi voz de gorrión triste desplumado


salud


V

en las noches se prenden las luces de alarma

los ojos tejen secretos de pantanos

la piel se reseca, urge una caricia, un mirar penetrante, un ardor en las cortinas

el silencio impera, (se) nutre, (se) mutila


pero ocurre que en las noches se incendian las palabras

y no hay pulso que aguante


VI

escribí un poemario nombrándome lucero

sintiéndome fundamento de ciencia primera-simple mortal

quién saldrá a limpiar estos ojos desilucionados

cómo beber de mi si mi templo ya no es copa, es efímero cuerpo


quién remendará la promesa jamás cumplida de lo eterno

quién llamará al alba, quién pintará el cielo de nubes rosadas y violáceas

quién hará lo inefable


guerrero en el país del nunca jamás

pero yo crezco, yo envejezco, yo pronto seré sepultado


el tiempo no espera


VII

se hace lo que se hace

y no tiene sentido morirse de soledad intermitente


que vengan a buscarme al fondo del universo


VIII

el mejor poema no puede ser pronunciado 

el poema no puede ser sutrato alguno de vida viviente

el poema es sobreeminencia, trasciende la existencia existente


el mejor poema no puede ser pronunciado,

ay pizarnik, de nuevo tú y tu maldición literaria,

el mejor poema, en todo caso, en sumo caso, en tú caso, sólo pronuncia


¡y cómo lo hace! ¡y qué bonito le queda!


el mejor poema no puede nada salvo lo que es

dice amor sin decirse en modo alguno


la palabra tantas veces buscada,

la perfecta palabra jamás pronunciada,

la estética del elixir,

la dulzura de lo inmanente


de la nada ciertamente nada surge,

sólo la piel del poema


A Maurice Ravel 

VIII

habrá espíritus y otros morfemas del vacío

y un llanto hasta en el silencio


IX

ángel caído del mundo de los ensueños, 

a qué has realmente venido sino a buscar un mero reflejo


X

en la noche se esconde el silencio

en la noche el tiempo duerme profundo

en la noche sólo la muerte sale a bailar

ebria de vino y de ternura

ebria de suspiros de féretros fantasmas del bosque


en la noche se esconde el epitafio preferido

y Viento lo pronuncia

A mi amada de las letras prohibidas

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